8 de diciembre de 2022

Elon Musk email about productivity

 Elon Musk sent an email to the staff at Tesla with his 6 rules for productivity. 

Here they are:

1) Avoid large meetings
Large meetings waste valuable time and energy.
- They discourage debate
- People are more guarded than open
- There’s not enough time for everyone to contribute
Don’t schedule large meetings unless you’re certain they provide value to everyone.

2) Leave a meeting if you’re not contributing
If a meeting doesn’t require your:
- Input
- Value
- Decisions
Your presence is useless.
It’s not rude to leave a meeting.
But it’s rude to waste people’s time.

3) Forget the chain of command
Communicate with colleagues directly.
Not through supervisors or managers.
Fast communicators make fast decisions.
Fast decisions = competitive advantage.

4) Be clear, not clever
Avoid nonsense words and technical jargon.
It slows down communication.
Choose words that are:
- Concise
- To the point
- Easy to understand
Don’t sound smart. Be efficient.

5) Ditch frequent meetings
There’s no better way to waste everyone’s time.

Use meetings to:
- Collaborate
- Attack issues head-on
- Solve urgent problems
But once you resolve the issue, frequent meetings are no longer necessary.
You can resolve most issues without a meeting.
Instead of meetings:
- Send a text
- Send an email
- Communicate on a discord or slack channel
Don’t interrupt your team’s workflow if it’s unnecessary.

6) Use common sense
If a company rule doesn’t:
- Make sense
- Contribute to progress
- Apply to your specific situation
Avoid following the rule with your eyes closed.
Don’t follow rules. Follow principles.

11 de septiembre de 2022

Adiós Magdalena

 “Qué será de nosotros”, me preguntó una noche del mes de julio, después de oírnos en una espinosa tertulia radial acerca de la electrizante crisis política y económica que se había desatado. Parecía espantada y dolorida. “Solo Dios lo sabe”, le respondí con sinceridad. Magdalena solía escuchar nuestro programa nocturno; en tiempo real, me enviaba por whatsapp sus mensajes breves y rasantes sobre la actualidad caliente, pero con mucho más entusiasmo me mandaba también comentarios sobre los temas fascinantes que nos unían, como la música popular exquisita, las películas clásicas en blanco y negro, y las novedades literarias; también sobre antológicos momentos de su propia historia: fue una valiosa testigo de época. Cuando hablaba de “nosotros” no se refería a oficios o parcialidades, sino directamente a los argentinos, en zozobra por una superinflación incendiaria, una pobreza creciente, una lucha obscena y antropófaga dentro de la mismísima coalición gobernante, una permanente sombra autoritaria y un clima general enrarecido. Fue la última vez que nos comunicamos, y a pesar de que se apagaba lentamente, a la hora de la verdad su muerte no dejó de sorprendernos y sacudirnos: a Magdalena Ruiz Guiñazú la juzgábamos –parafraseando a Borges– tan eterna como el agua y el aire. Y lo curioso es que el destino tenía reservado para ella un imprevisto acto final: las necrológicas que inundaron los diarios y los sitios de noticias, en el contexto de una feroz ofensiva contra la libertad de opinión, parecieron refrescar de pronto la memoria de esta nación amnésica. Porque la gran dama de Radio Mitre practicó la valentía aun en tiempos de censura militar; Hebe de Bonafini, antes de convertirse en una vocera partidaria, se lo reconoció: “Siempre recordamos con mucho afecto que usted como mujer fue la primera que habló de las Madres por la radio. Eso no lo olvidamos nunca”. Pero lo olvidó en su ulterior fase kirchnerista, cuando la acusó de haber confraternizado con la dictadura –Magda le inició una querella– y luego cuando la incluyó en su “juicio popular” a medios, reporteros y columnistas que habrían sido presuntos colaboracionistas del nefasto régimen de Videla. Toda esa operación de fascismo callejero, cargada de odio, derivó como se sabe en el “simpático” juego de los carteles: los militantes llevaban a sus hijos para que escupieran las fotos de los abominables enemigos de la patria. La imagen de Magdalena fue escupida con enjundia y a cielo abierto por aquellos adalides de la paz y el amor.